martes, 10 de enero de 2017

EL TRATADO DE UTRECHT

El día uno de noviembre del año 1700 se produjo la muerte de Carlos II, rey de España. Le sucedió Felipe V, un miembro de la dinastía Borbón francesa. Sin embargo, muy pronto se formó un bando dentro y fuera de España que no aceptaba al nuevo rey y apoyaba al pretendiente el Archiduque Carlos de Habsburgo. 

El conflicto era visto desde dos perspectivas:
Por un lado, ingleses, holandeses e imperiales veían que el ascenso al trono español de Felipe V representaba la hegemonía francesa y la temida unión de España y Francia bajo un mismo monarca. Formaron entonces la denominada Gran Alianza y propusieron, como alternativa a Felipe V, al archiduque Carlos de Austria (hijo del propio Leopoldo). 
En cambio,dentro de España, el problema era visto de una manera diferente. Para los españoles Felipe V representaba el modelo centralista francés, que era apoyado por la Corona de Castilla; mientras que Carlos de Habsburgo personificaba el modelo foralista, apoyado en la Corona de Aragón y, especialmente, en Cataluña.
Así comenzó la Guerra de Sucesión, un conflicto que se empezó allá por 1701 y que no tardó en convertirse en uno de los más cruentos en la historia de nuestro país.Ya fuera por las muertes, ya fuera por lo extensa que fue la contienda, pocos años después se iniciaron una serie de conversaciones en las que se intentó lograr la paz entre ambos contendientes. 
Concretamente, las primeras reuniones en favor de la paz se remontan hasta 1709, cuando se alumbró en La Haya un documento que fue presentado al monarca francés posteriormente.El galo se negó, pero retiró a los soldados de su país de la Península Ibérica para no entrometerse más de lo necesario y no favorecer un conflicto internacional.

Tres años después, tras una extensa lista de intentos fallidos de negociación, comenzó el verdadero camino hacia la paz. Y es que, fue entonces cuando comenzaron las conversaciones que -a la postre- darían como resultado la paz. Estas se iniciaron en Utrecht y, para desgracia general, fueron acompañadas de constantes batallas. Algo lógico en aquellos años, pues se consideraba que cualquier victoria lograda por las armas en el campo de batalla derivaría en ventajas diplomáticas y presionaría todavía más al perdedor a firmar un pacto poco favorable.
La guerra terminó con el triunfo de Felipe V, junto a las victorias militares de Almansa, Briguega y Villaviciosa, un acontecimiento internacional fue clave para entender el desenlace del conflicto: Carlos de Habsburgo  heredó en 1711 el Imperio alemán y se desinteresó de su aspiración a reinar en España. Sus aliadas, Inglaterra y Holanda, pasaron en ese momento a ver con prevención la posible unión de España y Austria bajo un mismo monarca.
Finalmente, en 1713 se llegó a un acuerdo entre los diferentes contendientes, lo cual llevó a la firma del Tratado de Utrecht. En éste se plasmó lo siguiente:
      1)Felipe V era reconocido por las potencias europeas como Rey de España pero renunciaba a cualquier posible derecho a la corona francesa.
      2)Los países bajos españoles y los territorios italianos de Nápoles y Cerdeña pasaron a Austria. Además, el reino de Saboya se anexionó la isla de Sicilia. 
     3)Inglaterra obtuvo Gibraltar, Menorca y el navío de permiso. Esto era un derecho limitado a comerciar con las Indias españolas. Por si todo esto fuera poco también obtuvo un permiso para comerciar con esclavos en las Indias. 
En el siguiente mapa podemos observar donde se encontraban las posesiones que España perdió tras el Tratado de Utrecht.  

Como podemos darnos cuenta, algunas de las consecuencias de este tratado tienen su reflejo en la actualidad: España perdió Gibraltar en 1713 y desde entonces sigue siendo posesión británica. En cambio no ocurrió lo mismo con Menorca, que volvió finalmente a manos españolas casi un siglo después. 
Por otro lado, tras este tratado España se quedó sin sus posesiones en Europa, lo que la convertía en una potencia de segundo orden dentro del continente. Las pérdidas de Flandes, Luxemburgo y las zonas italianas no fueron a la larga demasiado graves para España, pues aportaban más problemas que beneficios. Sin embargo, las ventajas comerciales en América que se se le concedieron a Inglaterra abrieron una grieta en el monopolio español con sus colonias que traería graves perjuicios a España. Sin duda, a largo plazo, esto fue lo más negativo que trajo el Tratado de Utrecht a España, ya que el navío de permiso permitía a Inglaterra introducir cada año un barco de quinientas toneladas con productos ingleses,  mientras que por el Asiento, los ingleses tenían el monopolio de la introducción de esclavos negros en las colonias españolas. Ambas concesiones, además de producir importantes beneficios económicos para Inglaterra, ayudaron a ésta a romper el monopolio comercial que España tenía con sus colonias, pues les permitió iniciar un comercio fructífero, tanto legal como de contrabando, con estas zonas. Fue éste uno de los factores que contribuyó a potenciar el deseo de independentista de las colonias españolas en América. 

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